La abracé pensando que
abrazaba a una mujer y fue como abrazar
aire. Y le pregunté que si eso era por mí y dijo que si y en sus ojos una
lágrima luchaba por no salir y arruinar lo poco que quedaba por arruinar, y volví
a preguntar que si aquello era por mí y me dijo que si, y había restos de polvo
blanco en su nariz y la miré y dijo: También es por ti. Y eso me hizo sentir
bien.
-¿Aún me quieres?
-Oh nena, sabes que no, pero ha estado bien
verte. Cuídate.