Perpetuarse

NADIE sale de su rincón. NADIE, de apellido NINGUNO, camina solo entre la gente. NADIE es invisible, es como tú y como yo. “Podría matar a alguien al azar y seguirían sin verme” suele pensar. A veces se cruza con gente conocida, NADIE saluda y NADIE se contesta a sí mismo: “Hola fulano; Hasta luego NADIE”, porque nadie devuelve un saludo a NADIE.


En efecto NADIE quiere matar a ALGUIEN. Lo espía, lo suele seguir hasta la puerta de su hotel. ALGUIEN vive en un buen hotel. NADIE odia a ALGUIEN. No lo conoce, al menos personalmente. Jamás ha hablado con él, pero ha olido su colonia cara. ALGUIEN huele caro. NADIE está seguro de que si acaba con ALGUIEN dejará de ser un don nadie. Todos sabrán su nombre, de eso se trata ¿no? Perpetuidad. La mayoría de la gente utiliza a los hijos para eso, acto supino de egocentrismo “¿Qué te hace pensar que tus genes son tan especiales cómo para perdurar? ¿Acaso te crees especial, crees que no hemos tenido suficiente de ti?”

Perpetuidad, inmortalidad. ALGUIEN lo sabe y NADIE lo sabe. ALGUIEN trazó su camino, tuvo suerte y triunfó. NADIE no tuvo tanta suerte y duerme en un rincón, tiene una biblia, tiene un revolver también, y quiere que lo recuerden. Lo ha leído. Todo el mundo conoce a Herodes, el tipo se cargó a mucha gente, a niños. La vida de NADIE no vale nada. Eso es lo que tiene NADIE, nada, y NINGUNO es su apellido. Mañana saldrán en la tele con letras enormes, porque NADIE sabe cómo funciona, NADIE sabe que siempre hay un periodista cerca de ALGUIEN y ese periodista tomará fotos cuando NADIE apriete el gatillo y zas todo el mundo sabrá quién es. NADIE será como ALGUIEN, será alguien.